Los científicos han descubierto que los pétalos de girasol tienen anillos UV que son invisibles para el ojo humano, pero visibles para casi todos los insectos, incluidas las abejas. Estos mismos patrones ayudan a la planta a hacer frente a climas extremos.
Entre los dos mil girasoles silvestres que cultivaron los científicos, algunos tenían anillos ultravioleta muy delgados, mientras que otros cubrían toda la superficie de la flor. Al mismo tiempo, las abejas preferían las flores con anillos grandes, lo que también se observó anteriormente en otras plantas.
Además, los autores encontraron que los girasoles que crecen en climas secos tienen grandes anillos UV, lo que les ayuda a retener la humedad. Y si el ambiente es húmedo y caluroso, el tamaño de las estructuras UV será menor, lo que aumenta la evaporación de la humedad, manteniendo la planta fresca y evitando que se sobrecaliente.
Por lo tanto, los científicos han identificado el doble papel de los patrones UV florales: atraer polinizadores y regular el equilibrio hídrico. La diversidad de estos patrones está controlada por el gen HaMYB111, que controla la producción de compuestos de flavonoides que absorben la radiación UV.