Al comienzo de la Primera Guerra Mundial, las fuerzas aliadas, especialmente Inglaterra y Francia, se enfrentaron a una nueva y poderosa arma en la guerra naval: los submarinos alemanes. Estos barcos podían estar bajo el agua durante mucho tiempo y atacar fácilmente a los barcos de la flota enemiga. Cuando se utilizaron submarinos durante la Primera Guerra Mundial, nadie sabía cómo lidiar con ellos.
Si el submarino estaba sumergido bajo el agua, los barcos enemigos no lo verán. Pero incluso si salía a la superficie, era difícil reconocerla, especialmente de noche.
Los submarinos suelen estar pintados en colores oscuros, porque este color permite que los barcos no se destaquen sobre el fondo de agua oscura y permanezcan invisibles para el enemigo cuando salen a la superficie. Cuando se ve desde el mástil o la torre de un acorazado, un objeto en la superficie del agua es fácil de detectar: potentes binoculares y miras te permiten ver objetos en la superficie a una distancia de varias decenas de kilómetros.
La razón principal por la que se utiliza el negro para los submarinos, aunque parecería mejor que el azul o el azul, es que el negro tiene una reflectividad mínima. Esto camufla bien el barco no solo en la superficie, sino también en la posición bajo el agua, lo que es especialmente importante cuando el barco navega a poca profundidad, donde el agua es más oscura que en la superficie.